Hace un tiempo que me ronda la idea de
que el fotógrafo de hoy, ante la abundancia de imágenes que se
generan a diario, ha de saber aislarse un poco de las modas y los
vientos para poder encontrar un lenguaje visual propio, o al menos,
una senda por la que encaminar sus trabajos.
No siempre gozamos de la libertad
necesaria para desarrollar un trabajo a nuestro gusto, no siempre se
nos dan los escenarios adecuados, a menudo el cliente no comparte
nuestra visión de la fotografía o sus gustos chocan frontalmente
contra los nuestros. He aquí una disyuntiva mas de la fotografía a
nivel profesional.
La realidad se impone y es cierto que
hay que intentar captar la mayor parte de trabajos posibles, sean
estos de mas o menos agrado para uno. Pero hay que trabajar, a tus
facturas les da igual que te guste mas o menos como conseguiste
pagarlas.
También es completamente cierto que
realizar trabajos menos creativos o sin margen de maniobra te permite
afrontar algún que otro trabajo con el que sentirte mas realizado,
que te permita una exploración de ese lenguaje visual que tu
pretendes transmitir.
Y empezaba hablando de las modas, ya
que hoy por hoy la fotografía está tan sumamente difundida que
muchos clientes vienen con sus ideas y sus “conocimientos” (si ,
lo entrecomillo por ser un factor peligroso y con el que hay que
lidiar con mucho cuidado). Estas ideas si no consigues llegar a un
acuerdo con el cliente pueden hacer que los trabajos te resulten
anodinos y llegar a caer en una apatía laboral nada beneficiosa.
Desde mi punto de vista hay que
intentar dejar siempre un poco de la visión del que realiza las
fotografías, aconsejar al cliente, mostrarle previamente ideas y
resultados. Ese “dejarse hacer” es lo ideal, que no siempre es la
realidad que nos encontraremos.
Si bien es cierto que cuando conjugan
gustos y propuestas el trabajo resultará mas positivo y generalmente
obtendrás mejores resultados.
Eso si, nunca olvides lo que
estás contando con tus fotos...
No hay comentarios:
Publicar un comentario