jueves, 20 de marzo de 2014

El ejercicio de mirar


Si, lo reconozco, soy un mirón en el buen sentido de la palabra. Me paso horas y horas viendo fotografías, cuadros, esculturas y poemas. En realidad ya no me planteo que fue antes si la necesidad de mirar o ser observador per se.

Considero de vital importancia para este trabajo el tener una cultura visual que permita afrontar con mayores garantías la auto-crítica. Y dicho sea de paso resolver el peliagudo tema de la composición fotográfica con mas fluidez.

Por eso miro y miro, y me lleva a hacer ejercicios auto-impuestos de mirar con mas perspectiva. Mi último vicio es muy sencillo: busco un autor que considero importante para mi, ya sea por la seriedad de su obra, por la solidez de su trabajo o simplemente por la curiosidad que me genera. Busco y rebusco sus influencias directas e indirectas, busco las influencias de sus influencias hasta que caigo en un bucle. Tiendo a retroceder varios siglos en la historia del arte hasta que me aburro. Lo llevo haciendo un tiempo, soy algo masoquista lo reconozco.

El caso que después de hacerlo en repetidas ocasiones caigo en la tentación de caer (valga la redundancia) en el derrotismo del todo está inventado y de el “a mi no me vendas la moto” de una fotografía original y muy creativa. Me dejo caer en el encabronamiento que me suscita el que te vendan exposiciones fotográficas maquilladas bajo una explicación, que se sujeta en una serie de palabras raramente comprensibles, con párrafos laberínticos que te llevan ( una vez analizados), a darte cuenta que no se dice nada en absoluto.

Pero luego estas fases de ira descansan, en el sueño de los justos quizás, y pienso que está muy bien tener influencias ya que al menos tu obra se puede sustentar en algo. No está tan bien venderse como re-inventor de un arte, o salvador de la imagen en occidente y no reconocer que tu obra parte de algo que miraste y quedó grabado en tu memoria visual.

Últimamente me voy dando cuenta de que el imaginario colectivo es bastante similar y que cada uno tiende a ejercerlo y desarrollarlo a su manera. Que la forma de tratar una iconografía, de la que nos hemos nutrido, de una forma diferente es la clave a la hora de diferenciarnos. Lo cual me llena de pesadumbre por asemejarlo con un arte de perfil mas bajo del que cualquier bohemio espera.

Luego (un rato después) de que mis neuronas vomiten ideas con pretensiones de alto calado moral,ético y estético, me tomo la pastilla y sigo pensando que cada uno haga lo que le de la gana que yo sé donde quiero ir.