jueves, 29 de agosto de 2013

Contando

Hace un tiempo que me ronda la idea de que el fotógrafo de hoy, ante la abundancia de imágenes que se generan a diario, ha de saber aislarse un poco de las modas y los vientos para poder encontrar un lenguaje visual propio, o al menos, una senda por la que encaminar sus trabajos.

No siempre gozamos de la libertad necesaria para desarrollar un trabajo a nuestro gusto, no siempre se nos dan los escenarios adecuados, a menudo el cliente no comparte nuestra visión de la fotografía o sus gustos chocan frontalmente contra los nuestros. He aquí una disyuntiva mas de la fotografía a nivel profesional.

La realidad se impone y es cierto que hay que intentar captar la mayor parte de trabajos posibles, sean estos de mas o menos agrado para uno. Pero hay que trabajar, a tus facturas les da igual que te guste mas o menos como conseguiste pagarlas.

También es completamente cierto que realizar trabajos menos creativos o sin margen de maniobra te permite afrontar algún que otro trabajo con el que sentirte mas realizado, que te permita una exploración de ese lenguaje visual que tu pretendes transmitir.

Y empezaba hablando de las modas, ya que hoy por hoy la fotografía está tan sumamente difundida que muchos clientes vienen con sus ideas y sus “conocimientos” (si , lo entrecomillo por ser un factor peligroso y con el que hay que lidiar con mucho cuidado). Estas ideas si no consigues llegar a un acuerdo con el cliente pueden hacer que los trabajos te resulten anodinos y llegar a caer en una apatía laboral nada beneficiosa.

Desde mi punto de vista hay que intentar dejar siempre un poco de la visión del que realiza las fotografías, aconsejar al cliente, mostrarle previamente ideas y resultados. Ese “dejarse hacer” es lo ideal, que no siempre es la realidad que nos encontraremos.

Si bien es cierto que cuando conjugan gustos y propuestas el trabajo resultará mas positivo y generalmente obtendrás mejores resultados.

Eso si, nunca olvides lo que estás contando con tus fotos...


lunes, 26 de agosto de 2013

Endulzar la vida

Después de un tiempo sin actualizar por motivos laborales y vacacionales, volvemos a la carga.

Os dejo una imagen para endulzaros el comienzo de semana de la mejor manera posible. Macetitas de chuches para una boda:


viernes, 2 de agosto de 2013

Antropología cultural

Como estudiante de historia y fotógrafo de profesión siempre me ha parecido interesante y necesario el "ligar" disciplinas. Quizás mucha gente no entienda que la fotografía trasciende en el mundo de hoy, que si bien estamos atestados de información, de imágenes y vídeos, en este momento de "metadatos" suelen permanecer en nuestra memorias imágenes fijas.


Entiendo que el realizar una fotografía ha de tener alguna utilidad. Aparte del mero hecho de fotografiar y dar salida a inquietudes artísticas, aspiro y ansío que las fotos permanezcan en la memoria de quien las ve, y si estas fotografías cuentan algo, es muy probable que hayamos conseguido transmitir conocimiento a través de una imagen. Que una imagen sea una aportación cultural no es hoy en día una tarea sencilla debido a la ingente cantidad de imagenes en los medios, pero no por ello uno tiene que dejar de hacer este tipo de fotografías.


Ahora bien, centrándome un poco en el objeto de la entrada, y reincidiendo en la labor como conservadores que tenemos algunos fotógrafos, rozar con la fotografías disciplinas como la Etnografía o la Antropología y que sean los objetos fotografiados los que te lleven al muro de una fecha y unas costumbres, donde podamos leer algo mas que la simple imagen y que eso te enlace con lo humano ha de ser el objetivo. No quiero entrar ni abordar temas de humanizar objetos o deshumanizar el arte, esos son temas filosóficos en los que me puedo perder seguramente.


La cosa es muy sencilla y quizás lo que trasciende muchas veces es la historia que cuentan las fotos, mas allá de la foto en si. Aunque no quiero que esto sea una excusa tampoco para descuidar todos los aspectos que giran entorno a la fotografía propiamente dicha, yo sigo intentando mimar al máximo todas las imágenes que tomo.


Aquí os dejo una muestra de lo que fue una noche memorable para mi, acompañados por un lugareño recorrimos la noche de la sierra de El Torno, rememorando infancia y labores nos acompañó en la toma de las fotografías, impregnando cada toma de una historia. Luego serán las fotografías el reflejo de una memoria que no debería perderse: