Eran días de algodón de azúcar,
pantalón corto y lluvia mojando un verano azul...
Las tardes se
acortan vertiginosamente, las farolas se apresuran en darnos las
buenas noches y nos ponemos de nuevo esa chaqueta sobre los hombros.
Se empaña el cristal del coche y nos pican las cicatrices.
Parece que el pensamiento creativo nace al primer atisbo de rocío. Uno se siente mas imaginativo al amparo de los primeros fríos y se
ilusiona con sus ideas. Insiste en seguir creciendo, en no
abandonar la práctica, en seguir imaginando fotos y llevarlas a buen
puerto. Es la mejor manera que conozco de ir adelante con esto.
Quizás todo esté
inventado ya aquí, pero hoy me siento creativo y no tengo miedo a
equivocarme las veces que sean necesarias, si finalmente lo que uno
pensó sale a la luz...o sale de la luz mejor dicho.
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